El oxígeno es indispensable para la vida de muchos organismos, entre ellos el ser humano. No obstante, si su presión es excesiva puede llegar a ser tóxico, ya que tiende a producir radicales libres.
Los seres vivos han desarrollado mecanismos para protegerse del efecto tóxico del oxígeno, pero si la producción de radicales libres es muy grande y los mecanismos de defensa son insuficientes para proteger al organismo de su efecto tóxico y se produce "estrés oxidativo".
➤ ¿Qué son los radicales libres?
El cuerpo humano está formado por células y éstas a su vez por átomos y moléculas, que contienen electrones (cargas eléctricas negativas) distribuidos por pares (apareados) en su orbital externo.
Cuando un electrón no tiene pareja (está desapareado), el átomo tiene una gran tendencia a captar un electrón de otro compuesto o a perderlo para estabilizarse, es decir, se convierte en una especie muy reactiva, en un radical libre.
Este segundo compuesto al que le han “robado” un electrón se hace inestable, convirtiéndose a su vez en radical libre, y tiende a reaccionar con un tercer compuesto para estabilizarse, formándose así una reacción en cadena que puede afectar a los componentes de las membranas celulares y llegar a destruir las células, causando la muerte celular.
Existen unas fuentes endógenas (cuando son generados por reacciones de nuestro organismo) y unas exógenas (cuando proceden de agentes externos). Entre las endógenas la más importante es la cadena de transporte de electrónico mitocondrial, cuyo funcionamiento incorrecto genera la formación de radicales libres de oxígeno.
Existen también enzimas oxidantes (xantina oxidasa) y células sanguíneas con actividad de defensa (macrófagos, etc..).
Entre los agentes exógenos destacan las radiaciones ionizantes y la luz solar, el humo del tabaco, el choque térmico, la oxidación de algunos fármacos y otras sustancias oxidoreductoras.
➤ ¿Cómo actúa nuestro cuerpo frente a la producción de un exceso de radicales libres?
Actúa contrarrestando su acción mediante mecanismos de prevención (alimentos antioxidantes), defensas antioxidantes (enzimas antioxidantes y antioxidantes no enzimáticos) y mecanismos de reparación (activación de genes que sintetizan de nuevo las proteínas dañadas por los radicales libres).
➤ ¿Cómo puede medirse la producción de radicales libres?
Los radicales libres son difíciles de cuantificar ya que son muy reactivos e inestables, de manera que se acostumbra a valorar la variación de las actividades de las enzimas antioxidantes, la disminución de las concentraciones de las sustancias antioxidantes, la capacidad antioxidante de líquidos biológicos y tejidos, o bien el daño producido por los radicales libres sobre lípidos o proteínas mediante marcadores bioquímicos.
➤Defensas antioxidantes
Son sustancias capaces de ceder fácilmente electrones a los radicales libres.
Muchas de ellas son vitaminas, como la vitamina C, E y A, presentes en muchos alimentos, que tienen función antioxidante preventiva y de eliminación de radicales libres.
√ Otras son elementos, como el selenio (actúa de cofactor de la glutatión peroxidasa y otras enzimas), el cobre, zinc o el manganeso (cofactores de la superóxido dismutasa), y otras sustancias como el glutatión, la ubiquinona o coenzima Q10 y ciertas proteínas transportadoras de metales, como la ceruloplasmina, transferrina, ferritina y el ácido úrico.
√ El sistema más importante está formado por cuatro enzimas: superóxido dismutasa, glutatión peroxidasa, glutatión reductasa y catalasa, cuya función global consiste en descomponer el radical superóxido (una de las principales especies reactivas del oxígeno) en agua y oxígeno.
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